Sabemos que la báscula está marcando más que en días pasados, y aún así continuamos nuestra rutina sin tomar decisiones, y mucho menos acciones.
En medio del disgusto al verme en el espejo, mi poca actividad física y el deseo desmesurado por comer cuanta cosa me apetecía lentamente me llevaron a a pesar 80 kilos; la ropa no me servía y pasé de talla 8 a talla 16. Los cambios que implementé fueron sencillos: comprar ropa más grande y tomar bebidas “adelgazantes” (que no funcionaron). Continuaba saliendo de casa sin desayunar, tomando mi café con 3 papeletas azúcar y una dieta de fritos constantes, pan y mi porción de arroz (este último, abundante e infalible); comía a deshoras y muchas veces, almorzaba a las 8 de la noche.
En un mundo donde el sobrepeso es observado no por salud sino por estética, la imprudencia de las personas en cada encuentro con frases como “¡Ay! está gorda” y “Cómo se subió de peso”, me golpeaban, y lograban que mi autoestima bajara, que me sintiera fea y que cada vez tuviera menos ganas de salir a reuniones, no vestir de particular, estar todo el tiempo en uniformes o cuando era inaplazable, salir con ropa suelta y ancha, que me permitiera esconder mi cuerpo.
El cambio llegó al decidir de verdad, “debo bajar de peso”, y aceptando que para lograrlo debía sacrificar mi deseo por comer cuanta cosa se me ocurría. Empecé a consumir Divi-Her, Maca-Life y Agy-Fort; disminuí azúcar, dulces, harinas y fritos; empecé a ser organizada con los horarios de mis comidas y de esta manera logré estar en el peso y la talla que quería y siempre había anhelado. El cuerpo es muy inteligente, los primeros kilos se fueron rápido, los últimos me costaron un poco más de tiempo, pero ahora me siento feliz de haberlo logrado, continúo tomando Divi-Her por problemas de estreñimiento, pero aprendí a comer y mi organismo se acostumbró a cantidades suficientes para satisfacer sus necesidades, logrando mitigar el problema básico en el aumento de peso.
Redacción Regula Peso.